¿Qué sientes en la soledad?


Todos hemos experimentado alguna vez ese sentimiento de vacío, esa terrible soledad (incluso rodeados de gente), esa sensación de no poder ser comprendidos totalmente por nadie, esa insatisfacción después de conseguir lo que tanto habías deseado, esa pena por ver las cosas pasar, ese desaliento por ver que todas las cosas acaban (amistades, metas, el lugar donde has crecido, cada día…), y de verte a ti pasar y acabar con todas ellas.

Todos sentimos grandes deseos de no se sabe qué más grande y pleno, el ansia de lo bello, del afecto eterno que no viene de fuera si no que buscamos dentro, de la plenitud de cumplir grandes sueños.

Y buscamos esconder todo ese malestar y de colmar todos esos deseos rodeándonos de cosas, de gente, visitando lugares, olvidando, llenando las tardes de entretenimientos vanos, de música, vídeos, o conversaciones huecas… Porque este sufrir interno aparece cuando hay silencio, cuando en medio del día te encuentras contigo mismo, con tu ser y tu vida, con tus actos pasados, con tu situación presente, con tu inquietud futura.

Hay quien se emborracha, otros se enchufan a unos auriculares con música, otros recurren a un navegar sin sentido por el buscador de Internet, o se pasean por todos los canales que ofrece la televisión. Otros buscan hacer desesperadamente algo, no “aburrirse” (así llaman a ese estado). Y casi todos odiamos estar solos, no en general si no en los momentos concretos. Parece que tenemos miedo de ese encuentro con la voz que clama dentro, nos asusta ir solos a un mandado, incluso al baño, agarrar el colectivo o el coche sin compañía, más bien, sin ruido. Y queremos rodearnos de amigos, de compañeros, del conocido que sea, o sacamos el celular y compartimos estados, para llenar con conversaciones y diálogos internos ese silencio acusador.

Entonces recurres a pensamientos “positivos”, a frases filosóficas, a citas de poetas y canciones, a la autoayuda, pero solo te embriagan contra ese estado unos minutos, si acaso semanas, para después volver a retomarse y sonar más fuerte… Es entonces cuando, si somos sinceros, podemos descubrir que hay tantas cosas que nos decimos, y que nos dicen, que no significan nada, que no tienen fuerza por sí solas, que brillan mucho pero que no calientan nada, que no tienen efecto en el tiempo, que no nos salvan para siempre, que son conceptos bonitos sí, pero carentes de significado: “disfruta del momento” (¿a qué momento te refieres si éste ya pasó?), “vive tu vida” (pues claro, eso hago), “confía en ti mismo” (ajá, y ¿quien es ese “timismo”?)…

Y este monstruo que es la soledad y el encuentro contigo, a veces parece que se va, otras vuelve por poco tiempo, en algunos es acallado por el continuo quehacer, pero siempre que hay silencio crece y silbándonos suavemente nos despierta del tranquilo (aparente) sueño en el que queremos vivir… Intentas consolarte y pensar que esto solo te pasa a ti, que eres la excepción pero ¿y si esto es lo común?

“Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón solo hallará paz cuando descanse en ti.”
¡Qué grande eres, alma mía, que solo Dios puede saciarte!

https://www.facebook.com/ignacio.latorrerodriguez

Deja un comentario